sábado, 2 de abril de 2011

De vuelta

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que escribí. Suficiente para pensar en mí, para encontrarme, para crecer y madurar, para convertirme en una persona que cada vez se parece más a la persona que realmente soy detrás de muchas capas de cebolla y barreras de protección; y comerme ese dinosaurio que algunos conocen como examen MIR, sin atragantarme y con una buena digestión.

Sí, ha pasado mucho tiempo, y muchas cosas. Durante meses estuve tentada de escribir algo, de sacar lo que llevaba dentro. El silencio no ha significado que no hubiese nada en mi cabeza, todo lo contrario, simplemente aprendí a convivir con ello. Demasiadas cosas, miedos e inseguridades, pero también alegrías e ilusiones. Todo mezclado, ha desfilado ante mí durante estos meses de ausencia bloguera. Una ausencia que unos pocos habrán sentido genuinamente, y otros pocos más, la mayoría, no habrá notado. Y me alegro de ello, pues una de las razones de volver a escribir, es que nadie lo volverá a leer, al menos no intencionadamente; he aprendido que la gente de internet, además de ser exhibicionista amparada en el anonimato, también es extrañamente recíproca con los seguimientos.
Si dejas de escribir, dejas de existir.

Creo que es mejor así.

viernes, 18 de junio de 2010

Hasta pronto

Las últimas semanas han sido silenciosas, mucho, pero era necesario. Me reclamaban los exámenes; y también otras cosas, más personales e intensas. Todo un cúmulo de sentimientos y emociones mezclados con la presión y responsabilidad que debo empezar a asumir de una vez.
Una etapa de mi vida ha terminado. Es posiblemente, o quizás seguramente, la más importante de mi vida. Una etapa que ha despertado pasiones intensas y contradictorias, que me ha hecho experimentar todo el abanico de emociones humanas existentes.
Sí, después de todo, parece que no soy un bloque de hielo, a pesar de mis esfuerzos. Quizás intentar serlo pueda no parecer la decisión más idónea, sobre todo teniendo en cuenta el trabajo al que me voy a dedicar, si todo va bien, dentro de un año. Pero a veces el silencio y las murallas emocionales que levantamos para protegernos, o al menos mitigar levemente el dolor, dejan de ser deseables o necesarias, para convertirse en imperativos categóricos.

Dicen que los años universitarios son los mejores años de la vida; eso lo dicen los estudiantes universitarios, claro está. En realidad lo que se queda grabado para toda la vida, los últimos recuerdos que la senilidad nos arrebata, son los sucesos que ocurren durante la tercera década de la vida. Todavía estoy en la mitad de esa década, pero ya siento esa verdad: han sido los 6 mejores años de mi vida.
La gente que se ha cruzado en mi vida durante esta etapa, la gente que permanece, lo hará durante el resto de mi vida.


Y por fin, después de 6 años buscando una vocación que creía inexistente, la encontré escondida debajo de un montón de dudas e inseguridades. Donde siempre ha estado. Y donde tiene que estar. Porque, tal y como comprendí hace unos días, ser médico no es una profesión, es un estilo de vida. Nunca dejas de estar de servicio, nunca te jubilas, nunca olvidas quien eres.
Eso es lo que decidí. Acepté 6 años de ilusión a cambio de una vida de responsabilidad. Aunque pueda parecer un trato injusto, es el mejor que he hecho en la vida.
Porque mi vida, el resto de mi vida, empieza ahora.

Los cambios a veces asustan, incluso pueden llegar a aterrar; pero ya no. Por primera vez en mucho tiempo me siento libre de cargas, aunque esas cargas siguen ahí. Sin embargo, me siento ligera. Creo que el cambio ha sido, como todos los buenos cambios, dentro de mí.
Ya era hora de dejar de jugar a ser Peter Pan.


Y ahora, toca despedirse. No es un adiós definitivo sino temporal. Un 'hasta luego' o 'hasta pronto'. Sólo serán 7 meses, y no voy a estar sola, muchos amigos me acompañarán en esta aventura norteña, conocidos y por conocer. Y Asturias es mi segunda patria; después de dos años, vuelvo a casa. Me vendrá bien para cicatrizar las heridas que comienzan a cerrarse poco a poco.
Si las vacas rubias y la sidra no pueden hacerlo, nada más en el mundo podrá...

viernes, 21 de mayo de 2010

Triángulos

Un triángulo no puede encajar en el espacio de un círculo, por mucho que lo intentemos; por más que empujemos, ahí no va a entrar. Como mucho conseguiremos romper sus vértices, y el resultado será el mismo, o incluso peor.
Un triángulo mutilado intentado acoplarse grotescamente en un espacio circular.

Lo mejor en estos casos, es saber parar a tiempo, y retirar al pobre triángulo antes de romperlo totalmente. Los triángulos no pueden ocupar el lugar de los círculos; lo único que pueden hacer es observar desde una esquina como los círculos van ocupando su sitio. Porque siempre hay círculos disponibles y dipuestos. Y, aceptémoslo, ése no es lugar para triángulos.

Y ahora, desde la solitaria esquina observo como han aparecido unas grietas en mis vértices. Y es momento de decir basta, y aunque sea joven para ello, creo que sería mejor para todos que tirase la toalla de una vez. Después de todo, los demás ya me la han tirado a la cara; ahora me toca a mí tirarla a suelo.
Podría hablar sobre lo injusto que es el mundo, de lo mucho que sufro, de lo invisible que me siento. Pero nos ahorraré a todos esa humillación que ya raya el insignificante patetismo.
En realidad no es para tanto. Si fuese importante no me sentiría tan fuera de cualquier lista de prioridades; a alquien le habría importado el hecho de que haya tenido que doparme químicamente para mantenerme en pie y poder hacer un examen; habría podido compartir lo que necesitaba compartir tan desesperadamente hoy; si lo fuese, alguien habría visto en mi mirada que "algo" no iba bien.
Pero no lo es. Afortunadamente para todos.


Sólo soy un triángulo con los vértices agrietados. Y círculos los hay a patadas.

viernes, 7 de mayo de 2010

And what makes you think that letting go is so easy?

Dicen que cinco minutos pueden ser suficientes para soñar toda una vida.
Me pregunto cuantas vidas necesitaré yo para olvidar 3 meses...

Abrumadora idea.





Yo también echo de menos mi ración de vicio.
Olor a tabaco de liar.

lunes, 26 de abril de 2010

Insensibilidad

Parece que después de todo, no soy una prioridad. Se supone que eso debería hacerme sentir mal. Pero cada vez siento más anestesiada mi alma. ¿Si pudiéramos elegir entre seguir sitiendo dolor, o no sentir nada en absoluto, qué elegiríamos?
A veces me da miedo pensar que yo ya he elegido. Pero cada vez menos, porque ése también es un sentimiento, y se va diluyendo al igual que todos los demás.

Hace tiempo decidí que no quería ser feliz, para no tener que seguir intentándolo; ahora creo que ni siquiera me conformo con hacer felices a los demás. Pero tengo que seguir haciendo el esfuerzo. Después de todo, es lo que mejor se me da en esta vida.
Ser hipócrita.

lunes, 19 de abril de 2010

Vida absurda? no, gracias

-¿Por qué existe la vida?
-Por el puro placer de vivir.




El que la vida carezca de sentido, no quiere decir que sea absurda.
La gente se empeña en perderse buscando grandes ideales y nobles objetivos hacia los que dirigir su vida; o simplemente se deja llevar por el puro y simple hedonismo.
Casi nadie repara en que la respuesta siempre es, y siempre será, incorrecta; por la sencilla razón de que la pregunta siempre fue errónea.

Casi nadie es capaz de frenar un segundo en esta frenética carrera en la que hemos convertido la existencia. Pocos son los que se fijan en los detalles.
Es una lástima. Porque en esos detalles se encuentra la respuesta. Una respuesta que no contesta a ninguna pregunta.

Pero pocas personas llegan a comprender eso.




sábado, 17 de abril de 2010

...

Duras lecciones nos obliga la vida a aprender.
Me pregunto si la inocencia se va escapando, poco a poco, hasta que llega un día en el que desaparece por completo. No quiero que llegue ese momento nunca. No dejaré que me la arrebaten.

Y sin embargo, ahora, la única palabra que inunda mis pensamientos, es ésta.
Hipocresía